Reptiles endémicos de Canarias y su conservación
Reptiles endémicos de Canarias y su conservación
El grupo de los reptiles en Canarias, aunque pobre en número de especies, presenta un alto índice de endemismos por haber estado aislados del continente africano desde la aparición del archipiélago. Esto se pone de manifiesto en el hecho de que de las dieciocho especies de reptiles existentes en las islas quince son endémicas, estando la mayoría englobadas en el género Gallotia. Entre ellas destacan las conocidas como "lagartos gigantes", aunque ninguna de ellas supere los 80 cm de longitud: el lagarto gigante de El Hierro (Gallotia simonyi), el lagarto gigante de Gran Canaria (G. stehlini), el lagarto gigante de Tenerife (G. intermedia) y el lagarto gigante de La Gomera (G. bravoana). El estado de conservación de estas joyas de la naturaleza difiere.
El grado de conservación de los reptiles de Canarias
El estado de conservación de las diferentes especies que conforman la herpetofauna canaria es muy diverso. Así hay algunas especies de reptiles que aparecen en altas densidades mientras que otras están catalogadas como especies en peligro crítico de desaparición. Éstas especies de reptiles tienen como principales amenazas a su conservación la acción directa e indirecta del hombre (alteración o destrucción del hábitat, la introducción de nuevos predadores como ratas, perros y gatos) que ya en el pasado han causado la extinción del lagarto gigante de Goliath (G. goliath), reptiles que habitaron la isla de Tenerife hasta poco después de la conquista.
Dificultades y esfuerzos para su recuperación
El vivir en espacios tan reducidos supone un gran riesgo para la supervivencia de estos reptiles. Una población pequeña lógicamente tiene más posibilidades de extinguirse, siendo muy susceptible a enfermedades o a, por ejemplo, un evento catastrófico. A esto hay que sumarle los riesgos genéticos que conllevan las poblaciones reducidas.
Por tanto previamente a una reintroducción se debe seleccionar el sitio y el tipo de liberación. El área debería de estar dentro del rango de su distribución histórica de los reptiles a reintroducir, contener hábitat adecuado suficiente y tener asegurada su protección. Y para ello normalmente es necesario proceder antes a la restauración del hábitat. En conclusión se debe identificar, eliminar o reducir las causas que produjeron el declive inicial de la población de reptiles para evitar que vuelva a repetir lo mismo pero mi opinión se invierte mucho más en programas de cría que en esa restauración del hábitat. Si la reintroducción fracasa se perdería todo el trabajo previo y el dinero invertido en conseguir la cría en cautividad de los reptiles apenas serviría para nada.
La construcción de instalaciones para su cría y reproducción ha permitido, no obstante, que mejore la expectativa de supervivencia de estas especies de reptiles. Se ha incrementado considerable el número de efectivos disponibles para su reintroducción, aumentando también el conocimiento que poseíamos sobre estos animales. Esto nos demuestra lo rentable que resulta invertir en ellas, aunque como he comentado, sin descuidar y dándole mayor importancia al trabajo en el hábitat in situ. Lamentablemente vivimos tiempos inciertos y solo espero que los recortes no tiren por tierra el trabajo de tantos años y que estas especies de reptiles puedan prosperar año tras año.
Como ya se ha comentado, a parte del daño evidente e irreparable que ha causado el ser humano en los distintos hábitats originales, éste ha sido también el responsable de la introducción de especies ajenas a los mismos y que han acelerado de forma alarmante el retroceso de determinados reptiles. Gatos y ratas constituyen, por tanto, una seria amenaza para la supervivencia de estos reptiles, siendo muy complicado resolver este problema. A la dificultad que ya de por si conlleva erradicar una especie invasora, empresa que se torna prácticamente imposible en ocasiones, hay que añadir que esta acción bienintencionada puede no tener los efectos deseados. Los gatos se alimentan tanto de ratas como de lagartos. Si consiguiéramos eliminarlos del hábitat las ratas perderían un depredador por lo que su número crecería con la consiguiente consecuencia negativa sobre las poblaciones de lagartos. Por esto antes de decidir realizar una acción de erradicación hay que valorar muy bien sus posibles efectos.
En los últimos años afortunadamente las instituciones y la población en general se han ido concienciando del peligro de desaparición de estas especies de reptiles. Por ejemplo en las islas de El Hierro y La Gomera se han construido lagartarios para su cría en cautividad, desarrollándose planes para la conservación de las especies buscando reintroducirlas en zonas donde ya se habían extinguido mediante liberaciones periódicas. Sin embargo antes de intentar establecer una especie en un área que formó parte de su distribución histórica y de la cual fue eliminada o se extinguió habrá que actuar sobre el terreno para asegurarse que la reintroducción va a ser exitosa o al menos que tiene posibilidades de serla. Está claro que si una especie desapareció de una zona por determinadas causas y esas causas persisten por mucho que la reintroduzcamos volverá a desaparecer.
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